El transporte marítimo es la columna vertebral del comercio y la globalización mundiales. Durante todo el año, las 24 horas del día, los buques transportan cargas a todos los extremos del planeta. Se trata de una función que continuará aumentando con el incremento previsto del comercio mundial en los años venideros, cuando se prevé que millones de personas salgan de la pobreza gracias a un mayor acceso a materiales, bienes y productos básicos.

El mundo depende de un sector marítimo internacional seguro, protegido y eficiente, lo cual sólo puede lograrse en el marco normativo global concebido y amparado por la OMI. El régimen normativo creado por la Organización facilita un modelo a los países a fin de que desarrollen una infraestructura de transporte marítimo de un modo seguro, eficiente y ecológicamente racional.

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, celebrada en Río de Janeiro en 2012 y conocida como Río+20, se elaboró el documento titulado «El futuro que queremos», en el que se insta a la adopción de una amplia variedad de medidas y se pide a los Gobiernos que se comprometan a trabajar en pos de una transición a una «economía verde», que gire en torno a tres dimensiones del desarrollo sostenible, a saber, la económica, la social y la ambiental, todas ellas de igual importancia.

La OMI ha elaborado un concepto de sistema de transporte marítimo sostenible, que incluye una serie de objetivos y medidas, con objeto de destacar la importancia del transporte marítimo, centrándose en:

  1. cultura de la seguridad y liderazgo en cuestiones ambientales;
  2. educación y formación relativas a las profesiones marítimas, y apoyo a la gente de mar;
  3. eficiencia energética e interfaz buque-puerto;
  4. suministro energético para los buques;
  5. apoyo al tráfico marítimo y sistemas de asesoramiento;
  6. protección marítima;
  7. cooperación técnica;
  8. nueva tecnología e innovación;
  9. mecanismos de financiación, responsabilidad y seguros; y
  10. gobernanza de los océanos.